El mindfulness no tiene edad, por lo que puede ser practicado tanto por adultos como por niños, ya que aporta los mismos beneficios a grandes y pequeños. De hecho, practicarlo en familia puede ser una buena manera de aprender en grupo las claves de esta técnica tan positiva para la salud mental de las personas, que nos invita a vivir en el aquí y el ahora, en el presente. Sin embargo, en este artículo nos vamos a centrar en el mindfulness para niños, con actividades mindfulness adaptadas a los más pequeños de la casa. ¡Veréis los resultados enseguida!
El mindfulness, también conocido como “atención plena”, es una actitud de la mente de prestar atención al momento presente con curiosidad, interés y aceptación. En otras palabras, se podría decir que es un método para conseguir concentrarse en lo que sucede en nosotros y en nuestro alrededor y saber renunciar al ruido y a las distracciones.
A través de diferentes ejercicios, el mindfulness nos ayuda a concentrarnos en ellos de manera consciente, sin juzgar, para así vivir el presente, lo de verdad está ocurriendo, y no dejar que los pensamientos nos lleven a situaciones o preocupaciones que en realidad no están ocurriendo. Así, se consigue vivir de una manera más plena, más presente, más “real”, en el aquí y el ahora.
En general, el mindfulness nos libera del estrés, nos ayuda a dormir mejor y nos permite desarrollar nuestra inteligencia emocional. A largo plazo, al aprender a poner la atención en una actividad concreta y presente, nos libera del pasado y del futuro, lo que nos permite estar en el presente y disfrutarlo más.
En el caso de los ejercicios de mindfulness para niños, adaptados a sus capacidades, pueden aportarles muchos beneficios relacionados con el autoconocimiento, el respeto hacia sí mismos y la aceptación de sus emociones y los acontecimientos de la vida:
¡Hay muchísimas actividades de mindfulness para niños! Las hay más calmadas, más activas, de respirar, de mover el cuerpo, de charlar con calma, de comer con consciencia, de rutinas antes de irse a dormir, etc. Aquí tienes algunos ejemplos:
La respiración es una parte muy importante para la conexión con el aquí y el ahora, pues nos ayuda a conectar con la realidad en sentido corporal. Enseñar a los niños a respirar de manera lenta y profunda es clave para llegar a esa atención plena y relajada.
Se trata de la respiración diafragmática, en la que al inspirar se hincha el estómago y al exhalar se vacía, y ayuda a relajarles, pues toman consciencia de su cuerpo y del espacio que ocupan con él.
El estrés y la ansiedad nos llevan a comer muy rápido, sin disfrutar, lo que no nos permite tener una buena relación con la comida. La idea de este ejercicio de mindfulness para niños es ofrecerles una pieza de fruta para disfrutarla al máximo: tocándola, oliéndola, pelándola con calma, saboreando cada bocado, con los ojos cerrados y sin tragarlo con la máxima rapidez.
El cuerpo y la mente están relacionados, así que es importante trabajar el control y la consciencia sobre el cuerpo. Propón a los pequeños que salten durante un minuto en el sitio, para luego hacer que paren, cierren los ojos y se concentren en el latido del corazón, en la respiración y en las sensaciones corporales que sienten.
Los niños sienten las emociones de manera muy intensa, en cuestión de unos minutos pueden enfadarse, llorar, frustrarse, pelearse, reconciliarse y volver a sentir alegría, por eso es muy importante tratar de no negarlas para que no se desconecten de ellas. Por lo tanto, cuando una de sus emociones afloren, es un momento ideal para preguntarles por qué se sienten así, de dónde viene, para qué sirve, etc.
El momento de irse a dormir puede ser perfecto para hacer una meditación guiada. Pídeles que se tumben cómodamente, que cierren los ojos y lleven la atención a las diferentes partes del cuerpo, que aprieten un determinado músculo para luego destensarlo, etc.; puedes acariciar sus brazos, manos, piernas, cara para conseguir que se relajen. También puede ser un buen momento para charlar acerca de cómo ha ido el día, leer, etc.
La práctica de mindfulness es muy positiva tanto para adultos como para niños, pues nos conecta con nosotros mismos y con nuestro estar presentes en el presente. A los más pequeños, además, les permite crecer con más consciencia de sí mismos y les ayuda a ser adultos reflexivos, empáticos, capaces de concentrarse y de aceptar los vaivenes de la vida y las emociones que surgen con ellos.