Según la Organización Mundial de la Salud, la muerte perinatal es la muerte de un bebé durante el periodo que comprende el embarazo. Concretamente, a partir de la semana 22 de gestación hasta los 7 días posteriores a su nacimiento. Socialmente, este fallecimiento es a veces poco reconocido debido a que el bebé no ha llegado a nacer, pero los padres lo sienten y suelen pasar por el llamado “duelo perinatal”.
Los padres pueden sentirse incomprendidos y posiblemente con dificultades para abordar la realidad. Es por ello que cada vez más hospitales se forman para activar y brindar protocolo de apoyo en este duelo perinatal a los progenitores.
El soporte psicológico es uno de los principales pilares, que, mediante personal cualificado y preparación para estos casos, ayuda a la familia a tener un duelo perinatal favorable. Esta ayuda por parte del hospital también ofrece soporte en la gestión del papeleo e información y allegados para conseguir un entorno, dentro de lo posible, positivo.
Frente a la muerte, los que tienen que convivir con la ausencia de un ser querido pasan por varias fases de duelo. En el caso del duelo perinatal, las etapas son parecidas, pero tienen ciertos matices que te explicamos a continuación.
Los días, semanas e incluso meses posteriores a una pérdida pueden ser profundamente dolorosos. Al recibir la noticia, los padres ingresarán en una fase de negación. En esta fase, la primera reacción es pensar: “No me puede estar pasando a mí”. Esta incredulidad es una máscara, una protección, pues la mente pone en marcha un mecanismo para digerir una realidad que aterroriza.
La fase de ira aparece sobre todo en la madre, ya que empieza a sentir culpa, cuestionando su rol en la pérdida del bebé debido a su comportamiento durante el embarazo. También suele culpar al cuerpo médico o a fuerzas superiores como Dios (en el caso de los creyentes), por permitir que esto suceda.
Esta etapa es la más corta del duelo perinatal, ya que da rápidamente lugar a la depresión. Los padres sienten confusión y durante varios días dejan que su mente se llene de preguntas del tipo: “¿Qué hubiese sucedido si…?”. Es un periodo doloroso, ya que imaginan la vida con ese niño si no hubiese fallecido.
Después llegan los sentimientos de tristeza y la pérdida de apetito y de sueño. Los padres pueden llegar a experimentar una profunda ansiedad respecto a las posibilidades de quedarse embarazados nuevamente, o de perder otra vez al bebé.
Esta fase cierra el proceso del duelo perinatal. En ella se asume la pérdida permitiéndose la oportunidad de vivir a pesar de la ausencia. Entonces, los que han sufrido este imprevisible episodio vuelven a su rutina mientras que lentamente el deseo de tener un niño puede volver a hacerse presente.
Un momento como este resulta difícil, pero puede superarse. Para ello, darse apoyo mutuo con la pareja o la familia más cercana es muy importante para superar esta etapa de duelo perinatal. Independientemente del momento en el que se ha producido el fallecimiento, los padres y familiares que sufren este triste suceso han de tener claro que hay que pasar por el duelo perinatal.
No tiene nada de malo llorar por ello cuanto sea necesario; hay que expresar lo que se siente y hablar con personas de confianza, incluso valorar qué hacer con los objetos personales que ya se hubiesen adquirido para el bebé. Junto con la ayuda psicológica que reciban, volverán de nuevo a su día a día.
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