En este artículo vamos a hablar de cómo podemos alimentarnos cuando padecemos dislipemia, una patología que se da cuando existe un aumento de la concentración de lípidos en sangre. Se pueden diferenciar distintos tipos de dislipemias según si la alteración afecta exclusivamente a los niveles de colesterol en sangre, triglicéridos en sangre o a ambos a la vez. Aunque no existe una única causa de dislipemia y su aparición está asociada a la conjunción de diferentes factores, normalmente su aparición está relacionada con estilos de vida asociados a hábitos poco saludables (dieta rica en grasas, sedentarismo, consumo de tabaco y alcohol...) También pueden aparecer debido a causa genética o en presencia de patologías previas (diabetes tipo 2, insuficiencia renal o hipotiroidismo, entre otros). El tratamiento nutricional suele ser similar para cualquier tipo de dislipemia, por lo que vamos a ver unas pautas generales que podemos aplicar en caso de que nos veamos afectados por esta patología.
Cuando padecemos dislipemia, la ingesta de grasas saturadas, presentes principalmente en alimentos de origen animal (carnes rojas, embutidos, mantequilla, quesos o leche entera, entre ellos) debe ser inferior al 10% de la ingesta calórica total, debiendo reducirse incluso a niveles inferiores al 7% en la mayoría de los casos. Por otro lado, se debe limitar el consumo de alimentos elaborados con grasas trans procesadas, hablamos de bollería industrial, aperitivos salados o dulces, hamburguesas o pizzas, entre otros. Este tipo de alimentos hace que aumenten nuestros niveles de colesterol. No debemos olvidar que, la ingesta de azúcares tampoco debe exceder el 10% de la ingesta calórica total, debe limitarse la ingesta de bebidas (especialmente refrescos) y alimentos con azúcar añadido, especialmente en pacientes con triglicéridos altos. Y, por último, el consumo de alcohol debe ser drásticamente limitado.
Se recomienda favorecer el consumo de alimentos ricos en grasas insaturadas, ya que éstas nos ayudan a reducir los niveles de colesterol en sangre, tienen acción antinflamatoria y previenen la ateroesclerosis (acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias en las arterias) que puede llegar a provocar accidentes cerebrovasculares. Por tanto, un aumento en la ingesta de pescados azules como salmón, atún o caballa, el uso de aceites vegetales (soja, linaza), el consumo de frutos secos (nueces, avellanas, almendras) o frutas como el aguacate y un aderezo u uso en la cocina de aceite de oliva son recomendados por sus efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular y protección frente a eventos cardiovasculares asociados a la dislipemia. Se recomienda también el consumo de verduras, legumbres, fruta fresca y cereales integrales, además de otros alimentos ricos en fibra con bajo índice glucémico. La fibra soluble, contenida en estos alimentos ayuda a reducir los niveles de colesterol LDL (comúnmente llamado “colesterol malo”), su ingesta en alimentos como legumbres, frutas, hortalizas y salvado de avena reduce del 3 al 5% los niveles de C-LDL, además de tener importantes efectos beneficiosos sobre el aparato digestivo. Por otro lado, dentro de los llamados alimentos funcionales, el consumo de fitoestanoles y fitoesteroles derivados de la soja reducen la absorción intestinal del colesterol y por tanto, tienen efectos hipocolesterolemiantes definidos.
Las principales pautas dietéticas para pacientes con dislipemia son:
Es importante recordar que la dislipemia es una patología muy asociada al estilo de vida, en concreto a aquellos estilos que resultan ser poco saludables y, a pesar de poder tener origen genético o relacionarse con otras patologías, como comentábamos al principio, resulta de extremada importancia tenerlo en cuenta y adoptar hábitos saludables de vida.
En primer lugar, estaría mantenerse en un peso saludable y reducir los excesos de peso con una dieta baja en calorías pero siempre equilibrada y variada. La alimentación debe ser rica en frutas y vegetales, incluyendo cereales especialmente integrales y fomentando el consumo de grasas saludables presentes en el aceite de oliva, pescados azules o frutos secos, en lugar de las grasas saturadas presentes en algunos alimentos de origen animal como las carnes rojas. También es importante limitar el consumo de grasas, consumiendo productos desnatados o bajos en grasa cuando se consuman productos de origen animal como yogures, leche o quesos. Se debe evitar el consumo de alimentos ultraprocesados y ricos o enriquecidos en azúcares. Evitar el consumo de alcohol, no fumar y hacer ejercicio de forma regular, junto con las recomendaciones alimentarias, nos dan la clave para mantenernos sanos y evitar el desarrollo de otras enfermedades que pueden aparecer de manera simultánea a la dislipemia como diabetes tipo 2 o hipertensión arterial, generando así un riesgo mayor de sufrir un accidente cerebrovascular o desarrollar una enfermedad cardiovascular.