- El sedentarismo en la oficina, o pasarnos 8 horas sentados sin apenas movernos, es muy perjudicial para nuestra salud
- Según la American Heart Association, más del 40% de los trabajos en Estados Unidos son sedentarios
- Estos, de manera general, se han incrementado en un 83% desde los años 50
Que el sedentarismo es uno de los principales males del siglo XXI no es ninguna novedad. Nuestro bienestar físico y mental dependen en buena parte de la cantidad de ejercicio que realizamos a diario y las jornadas maratonianas en la oficina, en las que apenas realizamos actividad física, no ayudan. Lucas Carr, profesor experto en salud y miembro de la Iniciativa para el Estudio de la Obesidad de la Universidad de Iowa, lo tiene claro: “Estar toda la jornada laboral sentados es realmente perjudicial para nuestra salud. Los estudios demuestran que el sedentarismo excesivo es un factor de riesgo que favorece la aparición de obesidad, enfermedades cardiovasculares, cáncer, estrés, depresión, etc.“
Lo llamativo del estudio que Carr realizó el pasado año es que, tal y como demuestran los resultados obtenidos, los efectos negativos que conlleva pasarse todo el día sin apenas levantarse no desaparecen con el ejercicio regular. Es decir, ir al gimnasio después del trabajo es positivo en tanto en cuanto mejora nuestra forma física, nos ayuda a perder peso, a mantenernos activos, etc. pero las 8-9 horas que nos hemos pasado sentados ante nuestro escritorio no se compensan tan fácilmente.
Pedalear mientras trabajas: la mejor forma de combatir el sedentarismo en la oficina
Los sujetos que se prestaron al estudio del equipo liderado por Carr instalaron un dispositivo que les permitía andar en bici mientras trabajaban. Durante las 16 semanas que duró la prueba, los participantes, que pedaleaban una media de 50 minutos al día, mostraron una mejora en su concentración en el trabajo y un aumento en su productividad.
A pesar de que los propios responsables del estudio son conscientes de que estos dispositivos todavía necesitan mejoras en cuanto a diseño y ergonomía para plantearse su uso generalizado, los resultados obtenidos han sido tremendamente útiles para extraer algunas conclusiones. Por ejemplo, para conseguir que el trabajador adopte el hábito es preciso que la bici-escritorio sea individual y no esté en una zona común disponible para ser compartida. El objetivo es que la gente que no está habituada a la actividad física logre motivarse lo suficiente como para incorporar esa rutina a su día a día. Si lo tienen que hacer delante de gente es probable que no se sientan muy motivados. En cambio, si lo pueden hacer en la “intimidad” de su puesto de trabajo, estarán más predispuestos.
En realidad, por muy peregrino que pueda parecer el invento, si la finalidad es combatir el sedentarismo en la oficina facilitando a las personas poco activas la práctica de deporte, todo el mundo estará de acuerdo en que la idea es buena. No conviene olvidar que, siendo prácticos, poder hacer ejercicio mientras se trabaja conlleva un ahorro de tiempo considerable. Ya no tendrías que ir al gimnasio después del trabajo y podrías invertir ese tiempo en mejorar la conciliación familiar.
Según Carr “dar al trabajador la oportunidad de hacer ejercicio mientras trabaja es una forma efectiva de mejorar la salud de aquellas personas que no realizan deporte y, además, puede reducir costes en bajas. Es algo que está al alcance de cualquier empresa, con independencia de su tamaño e ingresos.“