El síndrome de alienación parental provoca distanciamiento con uno de los padres
Una separación o un divorcio mal llevados por parte de los dos miembros de la pareja pueden acabar provocando el uso de los hijos en común como arma de combate entre ambos. Es lo que se denomina síndrome de alienación parental en hijos con padres separados, un trastorno que puede acabar teniendo consecuencias muy negativas para el niño.
Los padres separados o divorciados deben aprender a solucionar sus problemas personales sin mezclar a sus hijos en la ruptura amorosa y, si es necesario, recurrir a profesionales en psicología o en mediación familiar para intentar canalizar la situación de la mejor manera posible. No solo será positivo para ellos sino, y aun más importante, para la estabilidad psicológica y emocional de los pequeños.
Aunque el síndrome de alienación parental en hijos con padres separados no aparece como una enfermedad en los manuales de psiquiatría o psicología, sí que es verdad que sus consecuencias se manifiestan en muchos más niños de lo que puede parecer a priori. Se trata, sobre todo, de aquellos pequeños que han sido aleccionados por uno de los padres para tener pensamientos negativos sobre el otro.
¿Qué le pasa a un niño con síndrome alienación parental?
Esencialmente, que crece desvinculado emocionalmente de uno de los dos padres. Y esto se traduce en una falta de ataduras emocionales con él. Es decir, a medida que crece se va convirtiendo cada vez en más duro emocionalmente hablando. Las consecuencias futuras de este proceso son imprevisibles y dependen, en buena parte, de la personalidad innata del pequeño.
Hay que tener en cuenta que, una vez producida la alienación parental, el niño ya tiene sus emociones dañadas. Y recuperarlas no será tan fácil como puede parecer. A partir de este momento, le costará mucho recuperar su seguridad en sí mismo y en su entorno, y no caer en la tentación de buscar solo la satisfacción material en sus padres.
Evitar que los niños vivan el paso del amor al odio de sus padres es un requisito fundamental para evitar que acaben sucumbiendo a este síndrome y puedan crecer y madurar disfrutando de la figura de ambos padres.