¿Cómo ha evolucionado el luto en España?

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El luto en España: costumbres y peculiaridades

 

El luto por la muerte de un familiar siempre ha sido un reflejo de las creencias más arraigadas en cada época y sociedad. Este tipo de normas obedecían a la necesidad de mostrar públicamente la pena por una pérdida cercana y reciente. Aunque en la actualidad el luto ya no tiene tanto peso como en siglos atrás, aún conservamos muchas costumbres en los sepelios oficiales, como es el vestir de color negro, dar el pésame a la familia o acompañar las esquelas con una orla negra.

Pero el luto no siempre se ha vivido siempre así en España. De hecho, el protocolo a seguir en caso de muerte fue impuesto por los Reyes  Católicos. Ellos fueron los primeros en asociar el  color negro con el luto, ya que antes se vestía de blanco en estas ocasiones. Igualmente, marcaron que los entierros debían ser recatados, sin un exceso de gritos y lloros.

El luto más estricto

El luto de los Reyes Católicos imponía unas condiciones tan exigentes que el Concilio de Toledo lo reprobó, y fue Felipe V quien definió un nuevo protocolo. Uno de estos cambios los encontramos en el primer año de luto de la viuda, que debía habitar en una habitación tapizada de negro y sólo pasado ese año podía incorporar elementos de decoración en tonos más claros.

Después del Concilio, el color negro en el hogar se limitaba a las alfombras y las cortinas. Esta nueva pragmática incluso indicaba que alrededor de la cama mortuoria debían encenderse exactamente ocho velas o qué tipo de tejidos llevaban vestirse.

El tiempo de luto

Con el paso de los siglos, estas costumbres se han ido perdiendo paulatinamente y las mujeres han sido las grandes beneficiadas, ya que guardaban el luto de forma mucho más visible y durante largos años, incluso a lo largo de toda su vida.

Ante la muerte de marido o la esposa, así como de los hijos, el riguroso luto se extendía durante dos años; un año para los padres y seis meses para hermanos y abuelos. Transcurrido este tiempo, se pasaba al medio luto, y el color negro daba paso a colores como el gris o el malva.

Hay que tener en cuenta que las mujeres que perdían a su marido debían a vestir de negro de la cabeza a los pies, incluidos ropa interior, complementos y joyas. Las únicas piedras que las mujeres podían eran el azabache, la amatista y el ónice, por tratarse de piedras oscuras.

Pasado el primer año, los hombres, en cambio, portaban una cinta negra en el sombrero y en las solapas de la chaqueta y gemelos negros.

Costumbres curiosas

Merece la pena señalar dos costumbres, consideradas cuanto menos curiosas en la actualidad, relacionadas con las mujeres y el luto. Una de ellas son las plañideras, mujeres a las que se contrataba para llorar en los entierros, y que daban categoría especial a un entierro.

Finalmente, no podemos olvidar que en los años 70 del siglo pasado aún muchas mujeres no asistían a los entierros y, si lo hacían, se sentaban en bancadas separadas de los hombres.

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