La memoria, un bien humano que puede deteriorarse a cualquier edad
Estudios recientes han desvelado una verdad inquebrantable que debe tomarse seriamente en consideración: el rendimiento cognitivo está estrechamente ligado al estilo de vida de un individuo.
Si deseamos ser más precisos y elocuentes, podríamos concluir con la siguiente afirmación: el estilo de vida afecta firmemente a la memoria. Por lo tanto, si una persona presenta problemas de salud, tipo depresión, negatividad, hipertensión o sedentarismo, ésta será más propensa a desarrollar enfermedades de demencia o Alzheimer. Y por la misma razón, una persona que se mantenga en buen estado de salud y mantenga su actividad cerebral activa, su memoria gozará de un mejor estado.
La investigación, desarrollada por un grupo de expertos de la Universidad de Los Ángeles concluye, mediante la encuesta a 18.552 personas entre 18 y 99 años, que una serie de factores relacionados con el estilo de vida aumentan el riesgo de enfermedades cerebrales, y problemas de memoria en todos los grupos de edad.
Esta pérdida de memoria puede engendrarse a causa de hábitos de vida poco saludables como la falta de sueño, el fumar, una dieta desequilibrada alta en grasas, un uso desmedido de medicamentos. Además, los cuadros de depresión y ansiedad, así como el estrés también son factores que propician el desarrollo de vacíos de memoria, y afectan a todas las edades.
También en la juventud
Este estrés, añadido a la multitarea provocada por la continua presencia tecnológica tiene un impacto importante en la capacidad de concentración, redundando en problemas de concentración y memoria entre los más jóvenes.
Cierto es que los problemas de memoria tienen mayor incidencia en las personas mayores, no obstante la juventud también pueden padecer alteraciones en la memoria: es por lo tanto fundamental cuidar los hábitos a lo largo de toda la vida. La inactividad tanto física como educativa son factores que provocan un incompleto desarrollo de la actividad cognitiva del cerebro, descuidando facultades como la concentración, la transmisión y retención de información. Al final, la memoria es como un músculo que necesita entrenamiento para estar siempre activa.
Algo tan preciado como la capacidad de desarrollar y recuperar los recuerdos, de rememorar experiencias asombrosas, recordar lecciones de vida o compartir historias pasadas es algo que merece la pena conservar. Como bien aclamó el poeta latino Marco Valerio Marcial, “poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces”.