La dopamina: el misterio de la motivación

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La dopamina probablemente sea el neurotransmisor más conocido por el común de los mortales. Puede que no tengas muy claro cuál es su función y cómo puedes aumentar su presencia en el cerebro pero seguro que has oído hablar de ella. Para algunos la dopamina es a las moléculas lo que los Rolling Stones a la música: sabes quiénes son pero no has oído nunca uno de sus discos.

A pesar de su fama, resulta bastante complicado intentar establecer de una manera concisa cuál es su función. Se la ha vinculado con las adicciones, pero también con el placer, la motivación e incluso con el adulterio.

La dopamina no esta solo relacionada con el placer

Tradicionalmente, este neurotransmisor se ha relacionado con el placer. De hecho, se ha usado hasta para explicar por qué determinadas personas eran más propensas al sobrepeso.

Según esta teoría, un tanto desfasada hoy en día, un sujeto con un nivel bajo de dopamina tiene que comer un trozo de pastel más grande para sentir el mismo placer que una persona con niveles altos que tiene suficiente con un trozo más pequeño.

Esta creencia popular, sustentada en diversos estudios científicos, de que la dopamina regula el placer se ha visto rebatida a partir de las investigaciones que la Universitat Jaume I de Castellón publicó en 2013.

La dopamina como fuente de motivación

Según Mercé Correa, responsable del estudio junto con John D. Salamone de la Universidad de Connecticut, los datos obtenidos tienen tanto peso que “es necesario cambiar la teoría dominante que asocia dopamina con placer”. El informe determina que más que con el placer, la dopamina guarda una relación directa con la motivación.

Los ratones objeto de estudio, demostraron que un animal con niveles normales de dopamina estará más motivado para realizar un esfuerzo con el que conseguir una recompensa mayor. En cambio, si el animal tiene los niveles bajos, se conformará con la recompensa menor ya que no tendrá la motivación suficiente como para realizar el esfuerzo.

Es más, otra creencia errónea que hay que desterrar es que la dopamina sólo genera motivación en una situación positiva. En soldados con estrés postraumático, por ejemplo, también se ha observado un aumento de dopamina cuando oyen disparos. Y a nadie se le escapa que el estrés y los ruidos de disparos son muy poco placenteros.

Se puede llegar a afirmar que la dopamina entra en acción antes de que obtengamos la recompensa. Es decir, su verdadera función es motivarnos para conseguir un premio tal y como ocurría con los ratones estudiados, o para evitar un mal como en el caso de los soldados. “Los niveles bajos de dopamina hacen que las personas y los animales sean menos proclives a esforzarse para conseguir algo, así que tiene más que ver con la motivación y con un análisis coste/beneficio que con el placer”, explica Salamone.

Cuáles son los síntomas de un nivel bajo de dopamina

En realidad, la dopamina es lo suficientemente compleja como para poder llegar a definirla por completo. No sólo está relacionada con la atención, motivación, adicción, etc. También se encarga del movimiento muscular – de ahí que una falta de dopamina sea muy común en casos de Parkinson – y de otras funciones que, de enumerarlas, harían que este artículo tuviese el triple de extensión.

Existen una serie de síntomas que nos pueden alertar sobre nuestros niveles de dopamina.

  • Falta de interés general
  • Falta de motivación
  • Procrastinación (retrasar actividades que deben realizarse)
  • Dificultad para sentir placer
  • Patrones de sueño alterados
  • Síndrome de la pierna inquieta
  • Fatiga
  • Tristeza
  • Sentimientos de culpabilidad.
  • Falta de memoria, dificultad para concentrarse
  • Comportamientos impulsivos o autodestructivos
  • Aumento de peso

5 maneras de aumentar el nivel de dopamina

En caso de que observemos alguno de los síntomas anteriores, podemos intentar aumentar la dopamina en nuestro cerebro a través de unos hábitos bastante sencillos.

  1. Reduce tu ingesta de azúcar:El azúcar altera la química del cerebro – por eso algunas personas tienen ese ‘subidón de azúcar’ – después de comer dulces. De la misma forma en que el alcohol y las drogas pueden alterar los niveles de dopamina, el azúcar puede hacer lo mismo.
  2. La tirosina, un aminoácido muy beneficiosoEl plátano, la manzana, cerezas y los huevos contienen una alta concentración de este aminoácido que ayuda a la presencia de la dopamina.
  3. Disminuye el estrésEl estrés puede ser realmente perjudicial para tu salud a todos los niveles y, aunque no siempre podemos controlar los factores externos que lo desencadenan, nuestra forma de lidiar con él puede rebajar sus efectos.
  4. Establece unos horarios adecuadosDuerme 7-8 horas e intentar hacer ejercicio. Dormir poco, o hacerlo en exceso, combinado con el sedentarismo, puede afectar seriamente a nuestros niveles de dopamina. Mientras dormimos el cerebro se recupera el esfuerzo diario y la actividad física hace que aumente la circulación de la sangre que favorece la presencia en el cerebro de distintas hormonas.
  5. Evita la deficiencia de magnesioGran parte de la población mundial sufre esta deficiencia. Las dietas pesadas o un abuso de los alimentos procesados son los causantes. Si tienes la presión arterial alta, dolores musculares, fatiga, dolores de cabeza y “food cravings” (unas ganas locas de comer un alimento en concreto) es muy probable que necesites más magnesio. Los plátanos y los frutos secos, por ejemplo, son alimentos ricos en este mineral.

La dopamina influye en tu comportamiento

La dopamina juega un papel fundamental en las adicciones, el amor, la motivación, la capacidad de concentración y en la capacidad de movimiento.Simplificar sus funciones es menospreciar la complejidad de esta molécula y del funcionamiento del cerebro humano.

Lo que sí está claro es que los niveles de dopamina influyen, y mucho, en nuestros comportamientos y hábitos. De hecho, los profesionales del marketing también se han servido de la dopamina para explicar por qué determinadas experiencias de usuario satisfactorias crean en el comprador una sensación placentera que se almacena en su cerebro y hace que vuelvan a comprar. Tal y como afirma Bernd Schmitt “El cliente ya no elige un producto o servicio sólo por la ecuación coste-beneficio, sino por la vivencia que ofrece antes de la compra y durante su consumo”.

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