¿Sabes cuál es el origen de los velatorios?

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Los velatorios, una tradición de origen sorprendente

La muerte de una persona hace que pongamos en marcha todo un protocolo relacionado con la despedida de nuestros seres queridos de este mundo. Todos sabemos en qué consisten todos los pasos que deben llevarse a cabo para organizar un funeral, pero en cambio desconocemos su origen.  De hecho, pocas personas saben por qué hacemos un velatorio a nuestros difuntos.

El origen del velatorio

¿Te has preguntado alguna vez la razón de que se organicen velatorios? La verdad es que es una tradición con siglos de historia a sus espaldas, que tiene un origen realmente sorprendente.

Este rito fúnebre se inició en la Edad Media como una manera de despedir el cuerpo de un fallecido, pero también con una función mucho menos espiritual.

Las condiciones de salud e higiene de la época no eran muy óptimas, por lo que muchas personas acababan padeciendo envenenamientos por estaño, que provocaban una especie de ataques de catalepsia. A causa de esto, podía parecer que estaban muertas.

Estos casos de envenenamiento eran habituales en países como Irlanda, donde era normal un elevado nivel de consumo de alcohol entre los hombres de la zona. Por esta razón, amigos y familiares no les daban por muertos hasta que pasaban varios días sin que reaccionasen.

Para evitar que personas con estos de catalepsia fueran enterradas en vida, las familias colocaban el cuerpo del supuesto muerto encima de una mesa y esperaban a ver si reaccionaba.  Este  control del fallecimiento o no de una persona es el origen de los velatorios actuales.

El velatorio en la religión judía

Una idea parecida es la que explica el origen de los velatorios en los entierros de religión judía. En sus orígenes, los seguidores de esta religión dejaban el sepulcro 3 días sin cerrar e iban  a visitarlo regularmente para comprobar que el muerto no revivía. Después de este tiempo, se daba por hecho que el fallecido lo era realmente, y se cerraba el sepulcro. Esta acción se basaba en la creencia de que una persona puede caer en un trance o sueño, sin tener que morir necesariamente.

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