Descubre la fiscalidad ecológica y su promoción del empleo

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La fiscalidad ecológica pretende promover el empleo relacionado con la eficiencia energética

La fiscalidad ecológica es el único sistema de tributación que deja en segundo plano el propio impuesto a cobrar y prioriza un objetivo final de bien social. De hecho, está diseñada para estimular a muchos empresarios a cambiar sus comportamientos en el ámbito del uso racional de la energía y el cuidado del medioambiente.

La fiscalidad ecológica busca el beneficio de  nuestra sociedad a través del cuidado del medioambiente. Para ello, intenta sensibilizar a los responsables de industrias acerca de la necesidad de que sus empresas lleven a cabo su actividad siguiendo una política respetuosa con la naturaleza. De esta manera, la sociedad podrá avanzar hacia la sostenibilidad.

Las consecuencias de la fiscalidad ecológica

A través de la instauración de impuestos complementarios para aquellos que no aplican políticas ecológicas en su actividad industrial se pretende reforzar otros sectores de empleo capaces de ayudar al mantenimiento de la equidad en nuestra sociedad. De esta manera, se estimula la creación de empleo en ámbitos como las energías renovables, el reciclaje y los transportes públicos. Por supuesto, la sanidad y la educación también se ven  reforzados.

Los orígenes de la fiscalidad ecológica

Aunque los denominados impuestos ecológicos destacan en la actualidad por la amplia proyección de futuro que representan en una sociedad cada vez más preocupada por la evolución de su medioambiente, la verdad es que su historia es muy amplia.

En los años 70 del siglo pasado la preocupación de los gobiernos de todo el mundo por el mantenimiento del medioambiente empezó a crecer, pero el Derecho Internacional del Medio Ambiente no empezó su evolución hasta que se inició el proceso de globalización. De hecho, la fiscalidad ecológica que conocemos tiene sus orígenes en los años 90, cuando diversos países del norte de Europa empezaron a preocuparse por las emisiones a la atmósfera de dióxidos de carbono y de azufres. Sin duda, aun queda un amplio camino por recorrer en el que ya se van dando los primeros pasos.

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